El Heraldo

‘Back to the future’

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante/más se palpita y se sigue más acá de la conciencia/fieramente existiendo, ciegamente afirmando/como un pulso que golpea las tinieblas, que golpea las tinieblas/Cuando se miran de frente los vertiginosos ojos claros de la muerte/se dicen las verdades, las bárbaras, terribles, amorosas crueldades/ amorosas crueldades/. A mí la mente me juega unos vaciles extraños pero que ya tengo pillados porque sé que tienen un significado profundo, que me incomoda. Puede ser un poema canción, como este de Paco Ibáñez, titulado “La poesía es un arma cargada con futuro”, que escuché por primera vez en los 70 gracias al Flaco Rodríguez, compañero de estudio de medicina. Una época de gran agite estudiantil y una guerra brava entre el Estado y las guerrillas. Porque vivimos a golpes, porque apenas sí nos dejan decir qué somos, quién somos/nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno estamos tocando el fondo, estamos tocando el fondo. Cuando la canción se posesiona del día y se repite de manera obsesiva, es señal de alerta, sobre todo si la señal es como un pulso que golpea las tinieblas de mi inconsciente de forma tan clara.

Es imposible sustraerse de la realidad a pesar de los esfuerzos que uno haga para esconderse en las tinieblas de la negación, por todas partes pulsan las noticias: suenan tambores de guerra, el conflicto bélico en el país está en una fase que hace recordar escenas de los 70, los disparos, las bombas, los muertos, el desplazamiento, el derramamiento de crudo y sangre. He ahí la asociación con el poema. Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales/. Estamos de regreso en ese futuro apocalíptico que nadie quiere, en la incertidumbre de volver a empezar sin saber cuánto va a durar esta nueva fase que, como toda recaída de un paciente crónicamente enfermo, tiende a ser peor que las anteriores.

Entonces vienen las preguntas que dan dolor de cabeza. ¿Cuánta poesía hace falta en la Mesa de Negociaciones de La Habana para no repetir el futuro?, ¿será que los negociadores necesitan la magia de un poema para cambiar su programación neurolingüística y salir del estancamiento de “tú me tiras a mí las cajas, yo te tiro los cajones” en que se encuentran?, y, mientras tanto, ¿qué taller de poesía nos inventamos el resto de los más de 40 millones de habitantes para sobrevivir en el trauma de la guerra que no cesa?

Hablo de poesía en el sentido más humanístico, político y comprometido, no como una simple metáfora de palabras bien dichas pero poco funcionales a la hora de intentar detener la guerra. Son gritos en el cielo y en la tierra son actos. Ningún poema ha parado una guerra, pero sí le ha dado un giro diferente a los conflictos a partir de crear una nueva forma de dialogar, de ver las ecuaciones; las conversaciones en La Habana están, a mi entender, en un nivel muy primitivo y requieren de un impulso poético para subir de nivel, a otra nueva forma de mirarnos para llegar a acuerdos mínimos en medio del tiroteo, para inventarnos una utopía posible a la cual aferrarnos en estos momentos en los que el poeta advierte que estamos tocando el fondo, estamos tocando el fondo.

haroldomartinez@hotmail.com 

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