Algo huele a ruptura en el Reino Unido
La incertidumbre es total ante las elecciones este jueves al vetusto Parlamento de Westminster en el Reino Unido. Tras una larga e intensa campaña, todas las encuestas proyectan un empate técnico entre los conservadores del primer ministro David Cameron y los laboristas de Ed Miliband. Las dudas sobre quién se llevará más diputados se amplifican por el sistema electoral británico, el llamado first-past-the post, donde el candidato más votado en cada uno de los 650 distritos se lleva el escaño. Lo único que a la luz de los sondeos parece bastante probable es que ninguno tendrá una mayoría suficiente para poder gobernar en solitario, y eso, aunque el sistema electoral –que castiga a los partidos pequeños– fue concebido precisamente para facilitar gobiernos estables monocolor. Los británicos apenas tienen tradición de coaliciones entre varios partidos, aunque el actual Ejecutivo –entre los conservadores de Cameron y los liberaldemócratas– ha conseguido agotar la legislatura sin grandes sobresaltos.
Además de problemas como la creciente desigualdad en el país, la campaña ha sido marcada por consideraciones tácticas de quién pactaría con quién. Está en juego el futuro del Reino Unido y no es un simple decir. Cameron, muy presionado por el auge del euroescéptico y ultranacionalista partido UKIP, ha prometido llevar a cabo un referéndum sobre la permanencia del país en la Unión Europea. Su socio actual y más probable, los liberaldemócratas, está en contra de una salida de la UE pero no ha incluido un veto a la consulta popular entre sus seis líneas rojas para entrar en un gobierno de coalición.
Por el otro lado, los laboristas podrían pactar con los nacionalistas escoceses del SNP, que arrasará en la región norte del reino, según las encuestas. El SNP se ha recuperado de la derrota en el referéndum sobre la independencia de Escocia en septiembre pasado y la llama separatista parece más viva que nunca. Cabe esperar que presionarían a Miliband para reeditar cuanto antes una consulta sobre la soberanía a cambio de apoyarle en Downing Street. De hecho, los conservadores, aprovechando su escasa presencia en Escocia, hacen campaña entre los votantes ingleses con el miedo a una ruptura del Reino Unido bajo un hipotético gobierno de laboristas y SNP. A Miliband, sin embargo, tampoco le interesa una separación de Escocia porque los laboristas mantienen allí todavía importantes feudos electorales sin los cuales sería casi imposible conseguir una mayoría a nivel nacional.
Teóricamente –aunque los sondeos no le dan casi ninguna posibilidad–, podría producirse incluso un gobierno entre laboristas y liberaldemócratas, que comparten parte de la agenda progresista. En ese caso, estaría asegurada a mediano plazo la integridad del Reino Unido dentro de la Unión Europea. Más probable que esto, sin embargo, parece el poco alentador panorama de una repetición de las elecciones en otoño ante la imposibilidad de formar Gobierno estable.
@thiloschafer
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