Primero hablemos de fotos.

Primero hablemos de fotos.

En la reedición que hace La Cueva del libro de Alfonso Fuenmayor figura una foto de Ramón Vinyes, quince días antes de morir, tomada en el escenario de un teatro de Barcelona, mientras él se dirigía al público, el 20 de abril de 1952, tras el estreno de la obra El Bufanuvols.

También hay, en esas 180 páginas, además de catorce crónicas magníficas, escritas por la pluma bendita de Alfonso, una fotografía tomada en su biblioteca, en 1971, junto a su hijo Rodrigo al lado de García Márquez, enfundado en una especie de overol. En el capítulo Orlando se casa con una monja, y gracias a su hijo, Fabián Rivera, pudimos incluir un retrato de ella, de Sol Santamaría, con su atuendo religioso, a la manera de Santa Teresa de Jesús. La foto comprueba que Sol quiso en su juventud entregar su vida a Cristo y que supo, de igual modo, retirarse a tiempo, para casarse con el pintor Orlando Figurita Rivera, del grupo de amigos de La Cueva. El cuento mítico cultivado entre los amigos fue que Orlando se sacó a la monja del convento, con ayuda de Alejandro Obregón y García Márquez.

En el mismo libro de Alfonso, Crónicas sobre el Grupo de Barranquilla, que el cronista escribe a petición de Carmen Balcells, la prestigiosa agente literaria, recién fallecida, aparece también en blanco y negro un cuadro de Figurita, titulado Decreto, ilustrando la crónica “Un sastre aplaude al poeta”, refiriéndose a Vidal Echeverría, un bardo surrealista local pero de acento español, que vivía en Galapa y frecuentaba también a la famosa cofradía de amigos creativos.

A propósito de España, conseguimos, no fue difícil, una foto de León Felipe, el poeta ibérico que maltrató por torpeza a Obregón, llamando “mamarrachos” los trazos que nuestro pintor había dejado sobre las paredes de un salón en el Hotel del Prado. La respuesta de Alejandro fue “si no le gustan, se los borro de inmediato”, cosa que hizo.

Hay de igual manera en el libro de Alfonso una fotografía de Ramón Vinyes caminando en Bogotá con Germán Vargas, y otra de Vinyes y Germán, sentados a una mesa con Alfonso, Rafael Marriaga y el mencionado Vidal Echeverría.

De lo que sí no hay foto es de Alejandro comiéndose el paco-paco amaestrado del chef de La Cueva Fidel Movilla, pero la descripción de lo ocurrido es minuciosa. “Alejandro –escribe Alfonso– juntando pulcramente el índice y el pulgar de su mano derecha inmovilizó al insecto, ya que entre esos dedos quedaron aprisionados sus remos posteriores”.

Según otra versión, Obregón ahogó al saltamontes verde en su sifón y luego se lo llevó a la boca. Alfonso reconoce haber desatendido el suceso por un instante. “Aunque yo asistía con intensa atención al pequeño drama que se desarrollaba allí, seguramente me distraje un par de segundos. Inmediatamente vi que Alejandro retiraba los dedos de su boca. El saltamontes, así habría dicho el doctor Marriaga, había desaparecido como por ensalmo. Totalmente engullido, pasó a formar parte de lo que procesaba en ese momento el aparato digestivo de Alejandro”.

El libro reeditado de Alfonso Fuenmayor será presentado en la Biblioteca Fuenmayor de La Cueva, en los próximos días. Seguiremos informando.