Aeropuerto y el turismo
Recientemente, el doctor Raúl Donado, representante de Aerocivil en la ciudad, quien viene adelantando una magnífica labor, manifestó una verdad de a puño: Que solo el Aeropuerto Ernesto Cortissoz, por sí mismo, por más moderno, adecuado y versátil que pueda suponerse, no genera ni producirá milagros en el aumento del tráfico de pasajeros a la ciudad.
Y puso ejemplos que nosotros aumentaríamos: decenas de aeropuertos en el mundo son un ejemplo de tecnología, belleza y modernidad en instalaciones y tienen un tráfico pequeño e insuficiente.
Por el contrario, aeropuertos muy pobres como el que veíamos en Buenos Aires hasta hace diez años, que francamente daba lástima, frente a un tráfico agobiante y fabuloso. Hoy Ezeiza es un formidable monstruo. O Santo Domingo HUB de las Américas, que tenía un nicho apenas pocos años atrás y hoy muestra con orgullo unas instalaciones fabulosas.
Es la ciudad con su dinamismo, su productividad, su competitividad, su empuje empresarial, cultural, deportivo, con sus congresos, convenciones, ferias, con sus atractivos y esos imanes intangibles que hacen del turismo mágico los polos de atracción indefinidos, eso todo junto es lo que dinamiza un tráfico de pasajeros.
Nosotros solos como emisivos, es decir los barranquilleros habituales del tráfico aéreo, no producimos el número suficiente de movimiento que se necesita para sostener ciertas rutas en determinadas aerolínea o en ser atractivos para el arribo de unas nuevas.
Avianca por años tuvo que colocar a Barranquilla como primera escala de vuelos originados en Cali o Pereira para poder llenar el cupo mínimo de pasajeros a Miami. Pan American, Eastern, ALM, Lacsa, American Airlines y Braniff, para no mencionar sino algunas, sufrieron para mantener el punto de equilibrio con pasajeros originados en Barranquilla. Al final se fueron.
De modo que somos nosotros quienes tenemos que generar nuestro propio tráfico ya sea el emisivo como el receptivo, con base en todos los esfuerzos imaginables desde todos los rincones y con la mayor diversidad de ópticas futuras.
El próximo Centro de Convenciones será por supuesto un enorme gancho y la forma como se promocione y sirva de sustento a múltiples eventos será un termómetro. Por supuesto, el aeropuerto en condiciones óptimas contribuye bastante a estos objetivos.
Por otro lado la promoción de la ciudad y sus eventos marcarán la pauta. Tenemos desde ya que seguir inventando compromisos.
Cartagena sostiene 72 sucesos al año con atractivos turísticos. Nosotros ya despegamos en esto: no solamente el Carnaval, donde hotelería y Aeropuerto triplican sus tráficos. Hay que empujar aún más otras actividades que traigan gente: el Carnaval de las Artes, el Festival del Jazz o Sabor Barranquilla, para mencionar solo algunos.
Pero lo importante es que no nos quedemos solo con el concepto que el Carnaval lo puede todo o que vamos a llenar aviones mostrando centros comerciales. El tema es mucho más profundo, el turismo es una ciencia de una tecnología y de un criterio que va más allá de las meras expectativas.
El compromiso es del sector público y el privado, de capacitación de personal idóneo, de instalaciones y facilidades para el visitante. Salgamos del concepto parroquial y primitivo del visitante con el portacomida a la mano. Miremos más allá, busquemos incluirnos en la mentalidad de una globalización turística.
Es, el turismo, el tercer renglón en el país generador de divisas. Y no es Colombia se supone, un destino generador de grandes afluencias turísticas. ¿Qué tal?
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