Son solo 73 kilómetros de carretera entre dos de las ciudades más desarrolladas y prominentes del país en muchos sentidos. Una distancia entre el peaje entrando a Cartagena y el desvío en el Atlántico que conduce a Puerto Velero.

Sin embargo, la Costa acaba de presenciar impávida,  incrédula, sorprendida, cómo el director de contratación del Ministerio de Transporte con la mayor desfachatez y cinismo anuncia que se continuará con lo empezado pero que quedaran 73 kilómetros sin la doble vía en la carretera al mar.

Realmente creímos que era un chiste o una broma de mal gusto. No nos pudo caber en la mente que un alto funcionario mutilara de tajo no solamente la necesidad de una vía absolutamente necesaria por tráfico, conexiones e integración vial nacional, sino que cercenara con esa simpleza característica de la irresponsabilidad todos los anhelos,  intenciones y esfuerzos de dos ciudades que luchan a diario por su innovación y emprendimiento y por la competitividad del país.

Afortunadamente, en el Ministerio de Transporte está Cecilia Álvarez-Correa, y los gremios de ambas ciudades se pusieron de pie no a mendigar sino a exigir como tiene que ser. Los dos gobernadores doctores Segebre y Gossaín se pusieron al frente con altivez y pidieron una reconsideración de tales anuncios. El asunto va en este momento que se busca “alternativas que ayuden a la financiación del proyecto”.

Solo hacemos una pregunta pública: ¿se atrevería el irresponsable funcionario a hacer un anuncio de esta índole, por ejemplo en una supuesta ampliación de vías entre Medellín y Santa Rosa o entre Palmira y Tuluá o entre Sogamoso y Bucaramanga?

Estas salidas de tono absolutamente inicuas no  solamente deberían llamar la atención del presidente Santos para pedirle la renuncia a un funcionario de mentalidad centralista, obtuso y egoísta sino que son actitudes de gobierno que demeritan los buenos deseos del Presidente reelecto y desdibujan la imagen de un gobierno que desea equidad en todas las regiones del país en materia de infraestructura vial.

El absurdo de este caso queda en manos además ahora en la frentera posición de los congresistas de ambos departamentos que tienen la obligación de asumir el liderazgo necesario conjuntamente con los dos gobernadores. Ellos tienen en este caso una responsabilidad grande y la óptica pública los estará midiendo paso a paso. Ya basta de súplicas, posturas de mendigos y diplomáticas solicitudes.

“Las necesidades públicas no requieren humildad para pedirlas sino altivez para exigirlas”, nos dijo Alberto Lleras Camargo entrando a la Presidencia en 1959.

Nos preocupa que el centralismo siga enquistado en la mentalidad de los funcionarios nacionales adornado con ese tufo de arrogancia donde se percibe que todo lo que  se encuentra más allá de las montañas o que huela a mar es de segunda clase y que debemos estar siempre agradecidos y genuflexos por las migajas que nos arrojan en el tránsito de los gobiernos.

Mientras esa disposición de favorecer regiones, de preferencias, subsista, no solamente se seguirán atizando las posturas de inconformismo sino que se seguirá creyendo menos en promesas y anuncios rimbombantes. Todos reunidos ahora sin sonrojarnos para que se consiga rápido la financiación de esta obra fundamental.