El Heraldo
La pancarta instalada en la entrada de la zona de preconcentración de los guerrilleros del Bloque Martín Caballero. Néstor de Ávila
Cesar

San José de Oriente, pueblo golpeado por la guerrilla, da la bienvenida a la paz

Guerrilleros de las Farc preparan el campamento al que llegará el Bloque Martín Caballero para su desmovilización. La comunidad, que cuenta sus necesidades, reclama la presencia del Estado.

A escasos 1.500 metros de la cabecera, una bandera gigante de Colombia y un letrero que dice “Bienvenidos, territorio de paz Farc-EP” marcan la entrada a la zona de preconcentración de los guerrilleros en este corregimiento a 35 kilómetros de Valledupar.

Es el saludo de los combatientes del Bloque Martín Caballero que se alistan para su desmovilización y entrega de armas, como constató EL HERALDO. En San José, como en las restantes 26 zonas de concentración escogidas por el Gobierno y las Farc, están corriendo los cinco días anunciados por el presidente Juan Manuel Santos para que esta guerrilla inicie la dejación de armas.

Por el área transitan los habitantes de San José, la mayoría descendientes de santandereanos que, después del ‘Bogotazo’ en 1948, se refugiaron en las entrañas de la Serranía del Perijá huyendo de la violencia entre liberales y conservadores en el interior del país.

Es gente trabajadora que vive de las bondades de la tierra fértil y frío de las montañas. Cultivan café, cebolla, cacao, frutas y verduras.

Por su posición estratégica, en un valle en medio de las estribaciones de Perijá y su cercanía a la frontera con Venezuela, este fue uno de los principales corredores de la guerrilla; aquí hicieron presencia el ELN, el EPL y finalmente las Farc, que terminaron dominando el territorio en  los años 90.

Después llegaron los paramilitares, pero muchos aún recuerdan que la cuota más alta de sangre en el pueblo la causó la subversión.

El pueblo está enclavado en un valle de Perijá.

HISTORIAL

De acuerdo con un informe de riesgo de la Defensoría del Pueblo, la presencia de las Farc en jurisdicción del municipio de La Paz se remonta al segundo semestre de 1986, cuando el frente 19 o ‘José Prudencio Padilla’, que desde 1982 venía operando en la Sierra Nevada de Santa Marta, envió una pequeña comisión de penetración a desarrollar trabajo organizativo en el norte del Cesar, sobre la Serranía.

Sin embargo, fue hasta el 26 de agosto de 1988 cuando el frente 19, en el marco de la Campaña Bolivariana por la Nueva Colombia desplegada por las Farc, se desdobló y dio origen al frente 41 o ‘Cacique Upar’, con el que se inauguró un período de consolidación y expansión en la región. En su momento fue el de mayor fortaleza, a fines de la década de los 90.

A los lugareños en las montañas les tocó convivir con el grupo armado. Las tropas militares se replegaron hacia la zona, generándose enfrentamientos que provocaron miedo a los pobladores. El conflicto arreció con el accionar paramilitar.

“Llegó un momento que aquí no nos quería nadie: la guerrilla nos decía ustedes quiénes son y el Ejército también, porque llegaba la gente armada. Estábamos catalogados como una zona roja, muy difícil”, recuerda Dagoberto Ascanio, líder comunal.

LA VIOLENCIA

“Al dueño de esta casa lo mataron las Farc”, dice un viejo lugareño, señalando la vivienda que perteneció a Jesús ‘Chunga’ Reyes, uno de los más grandes productores de cebolla que tenía la población, por no pagar una extorsión.

Este fue tan solo uno de los múltiples episodios de violencia en San José de Oriente, donde era costumbre ver pasar a los guerrilleros por sus callejones empinados en piedra y la calle central. Vestían uniformes y llevaban fusiles.

También fueron asesinados a manos de la subversión, en 1999, el inspector de Policía, Ricardo Duarte, y dos hombres más.

En una emboscada con explosivos a una patrulla perdieron la vida un concejal, un tendero y ocho policías.

La presión de las Farc en la zona fue tanta que en 1989 fue desmontada la estación de Policía que operaba en el corregimiento. La fuerza institucional solo regresó 17 años después, en 2006, en plena marcha de la política de seguridad democrática que implementó el entonces presidente Álvaro Uribe.

Calle principal donde se mueve el comercio.

TRANQUILIDAD

Ahora San José es un remanso de paz. “Está tranquilo”, dice otro de los lugareños.

El pueblo tiene un amplio dinamismo económico. Aquí hay billares, cantinas, tiendas, peluquerías, pequeños almacenes de ropa y calzado, restaurantes y una estación de transporte.

De cara a la desmovilización, los guerrilleros han vuelto al pueblo, pero ya no con armas, ni uniformes. “Vienen de civil. Uno los ve pasar, compran víveres y se van para la finca donde están concentrados, y se han reunido con la comunidad para explicar el acuerdo de paz”, afirma una mujer que, como otros pobladores, no dio su nombre.

Una preocupación en la población es que está creciendo el consumo de drogas entre los jóvenes.

MUCHAS NECESIDADES

De lo que sí conversan abiertamente la comunidad es de sus necesidades. Saúl Bayona cumplió 67 años el jueves pasado, de los cuales ha vivido más de 40 en San José de Oriente. Dice que durante décadas este pueblo ha estado en el olvido por parte del Gobierno.

Afirma sentirse enfermo, sufre de dolencias en las piernas, por lo que cuestiona que el único puesto de salud con el que cuentan no funciona. “Llegaron a remodelarlo hace más de un año, le metieron una plata, pero no lo terminaron, a uno le toca ir hasta el municipio de La Paz para poder tener atención médica”, sostiene; y señala que cuando llueve, la población dura días sin el suministro de agua.

Como estas existen otras dificultades: los caminos que conducen a las 26 veredas de San José están intransitables, sobre todo en esta temporada invernal. “Muchas veces no se pueden bajar las cosechas”, puntualiza Bayona.

José Becerra destaca complacido que “la guerra se acabó”, pero a la vez advierte que “hay otros problemas para la comunidad”.

Se refiere también a que el puesto de salud “completó año y pico de que le metieron mano, pero no atiende nadie. Uno se enferma aquí o hay una emergencia y toca coger carrera para otra parte. Además, la pobreza es brava. No hay empleo”.

E insiste en que llegar a veredas como El Tambo, Filo de Tesoro, La Frontera y La Laguna, que son tierras agrícolas, es una odisea porque los caminos están intransitables. “Es de riesgo”.

Guerrilleros trabajan en la construcción de un salón para reuniones en la finca cerca a San José.

ESPERAN EL PROGRESO

Bayona y Becerra coinciden en que con el proceso de paz, la desmovilización de las Farc y su incorporación a la sociedad deben generarse las condiciones de desarrollo que el pueblo necesita. “Que las inversiones lleguen a esta tierra”, es lo que piden los habitantes de San José de Oriente, considerado la despensa agrícola en el norte del Cesar.

Frente al requerimiento de las comunidades, el pasado 9 de noviembre, en una visita de verificación de la zona de preagrupamiento de las Farc en esta jurisdicción, el Defensor Nacional del Pueblo, Carlos Negret, dijo que “es fundamental que la oferta institucional del Gobierno llegue a las regiones para que la paz sea una realidad en Colombia”.

Tras escuchar las inquietudes de los líderes campesinos de la zona, anunció que pediría a los ministerios de Educación y Salud una “mayor inversión” para mejorar los centros médicos y las escuelas.

También consideró necesario adecuar las vías y brindar asistencia técnica para el sostenimiento de los cultivos. “Sin campesinos, sin productos pagados como debe ser, no habrá paz”, expresó el Defensor.

Negret encabezó una comisión con la Embajadora de Suecia en Colombia, Marie Andersson, dentro de las labores de verificación que adelanta la Defensoría del Pueblo como garante de derechos frente a la implementación de las zonas de concentración de los guerrilleros para su desmovilización y desarme.

Esos “derechos” son los que justamente reclaman las comunidades de esta zona cesarense. Esperan que les cumplan, que “no haya más olvido” y que “la paz, de verdad, se refleje en bienestar y prosperidad” para ellos después de años de guerra.

“Estamos dispuestos para la paz”

Adriana Cabarruz, encargada de las comunicaciones del Bloque Martín Caballero, manifestó en el sitio del preagrupamiento que “estamos dispuestos a hacer la paz. Nos estamos preparando y esperamos lineamientos superiores en este proceso”. Mientras comienza la desmovilización, los guerrilleros concentrados en una finca cercana a San José de Oriente desarrollan actividades cotidianas en el campamento y otras como “obras culturales, análisis de noticias y pedagogía de los acuerdos de paz”.

El viernes, armados de palas, picos y carretillas, trabajaban en la construcción de un aula grande para reuniones, recibir las comisiones del Gobierno y a la comunidad, mientras que en la propia cabecera, en el salón comunal, llevaban a cabo reuniones con la población sobre lo que dicen los puntos acordados en La Habana.

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