El Heraldo
En sectores como Jardines de Junio hay vías bloqueadas con rejas hasta de dos metros de alto. Wilfred Arias y Javier García
Bolívar

Cartageneros toman el control de calles ante la inseguridad

Residentes de barrios como La Princesa y Chapacuá enrejan vías pese a prohibición.

Las calles de Cartagena las están enrejando. Son las calles de la Cartagena extramuros. No la turística.

Esta urbe portuaria y colonial tiene tres mil doscientos policías para vigilarla, entre ellos se cuentan agentes de aduana y de tránsito. Pero aun así la gente se siente insegura.

En la encuesta de percepción del proyecto Cartagena Cómo Vamos, que analizó la calidad de vida el año pasado (2014), el 41% de los cartageneros se siente inseguro en la ciudad y el 29% dice no estar seguro en su barrio.

Los raponazos y los atracos son el pan de cada día, dice la gente. En los barrios, de acuerdo al estudio Cartagena Cómo Vamos los vecinos opinaron que los atracos y las pandillas son los principales problemas de seguridad.

 “No pueden cerrar vías”

Por el desespero, los vecinos empezaron a enrejar calles en barrios como Jardines de Junio, Los Alpes, Chapacuá, La Princesa, Santa Lucía, El Recreo, y urbanizaciones como Barú y Abeto, entre otros. Esta modalidad de seguridad urbana crece cada día, pese a que la Ley 388 de 1997 y el articulo 28 del Decreto 1504 de 1998 prohíben cualquier cerramiento permanente de los bienes de uso público, a menos que medie una autorización de las autoridades.

Además, la Corte Constitucional (Sentencia T-518 de 1992) determinó que las vías públicas tienen ese carácter y, en consecuencia, ningún condominio, ciudadano o grupo de vecinos puede obstruir el tránsito de automóviles o traseúntes a través del cierre de  las calles.

Desespero

En Jardines de Junio, por ejemplo, los atracadores en motos tenían azotados a los vecinos.  “A las 3 de la tarde esto se ponía maluco como el bejuco”, cuenta Ana Cecilia Castro, que tiene un salón de belleza justo frente a un dique de hierro que instaló la comunidad y que regula la entrada y salía de autos y motos al sector.

Ella afirma que esta pala de contención, que fue financiada por los vecinos con bingos, bailes y rifas, es “una bendición de Dios”.

Los vecinos narran que los delincuentes de los barrios marginales de los alrededores aprovechan la soledad de las tardes para cometer sus fechorías contra transeúntes desprevenidos.

  Los hampones despojan de sus pertenencias a sus víctimas y se fugan a toda velocidad en sus motos por caminos rápidos hacia sus barriadas. “Vienen de Olaya Herrera a arrancar celulares y billeteras y se van. Pero con las rejas o bloqueadores de calles, la cosa se aplacó. Ya vivimos más tranquilos”, agrega Ana.

Ella habla de cuatro atracos diarios antes del dique de hierro mandado a poner por la comunidad. “Después del cierre los atracos disminuyeron un 60%”, agrega.

En Chapacuá instalaron una estructura de hierro, como un laberinto, en el puente que comunica con sus vecinos de San José, de donde, dicen, salen muchachos en sus motos a atracar.  Como siempre los delincuentes tomaban el puente peatonal para huir, construyeron en él un ‘caracol’ con tubos de hierro para impedirles su tránsito por esta zona.

Para algunos habitantes esto fue ‘santo remedio’. Los hurtos a mano armada disminuyeron.

El coronel Rodríguez, uno de los oficiales que mejores resultados ha dado en poco tiempo de haber asumido el comando de la Policía de Cartagena, dice que se está trabajando para mejorar la seguridad de la ciudad, pero reconoce que hay que hacer más. El oficial fue felicitado por el Presidente Santos el viernes pasado tras haber reducido en un 15% los delitos comunes en los últimos meses y en un 30% los homicidios.

Más acciones

Esperanza González, ama de casa, cuenta que en el barrio La Princesa por lo menos vecinos de cuatro callejones instalaron portones de hierro para controlar la entrada y salida de gente y vehículos.

En estos sectores, en las noches se cierran las puertas de hierro de las calles y se les colocan candados. Los vecinos tienen llaves para ingresar y salir. La condición es no dejarlas abiertas para evitar peligros. Encerrados se sienten más seguros.

Anuncian ocho CAI

El coronel de la Policía dice que con la Alcaldía analizan este fenómeno de cerramientos de calles por parte de la comunidad. Acepta que en conjuntos residenciales cerrados existan, pero no en calles que son vías públicas.

Agrega que estas rejas se irán quitando a medida que lleguen a la ciudad ocho CAIs móviles que se pondrán en servicio en los barrios.

Esto contribuirá -agrega- a tener una mejor reacción contra el hampa.

El oficial informó que por hurtos, diariamente sus hombres capturan de diez a doce sindicados. Sin embargo, según el Cartagena Cómo Vamos del 2014, el 66% de los cartageneros que son víctimas de robos no denuncian los delitos por desconfianza en la efectividad de las autoridades.

La situación de seguridad ha empeorado tanto, que en la última semana, la comunidad ha salido a las calles para protestar. Así ocurrió el viernes pasado en La Boquilla, un corregimiento otrora tranquilo, y en el barrio Los Caracoles, donde rechazaron el asesinato de Pablo Andrés Zapata, de 22 años, a manos de atracadores.

Está prohibido

Los alcaldes de las Localidades son los encargados de garantizar el libre tránsito por vías públicas. Pedro Buendía, alcalde de la Localidad 3, dijo que las rejas y barandas en calles puestas por la comunidad para garantizar su seguridad, viola, según dijo, el artículo 24 de la Constitución Nacional que defiende el derecho de todo colombiano a la libre movilización. En su jurisdicción, hace dos semanas ordenaron el retiro de 5 barandas de hierro en el barrio Recreo. “Los vecinos se rebelaron e impidieron que se siguieran las acciones de desmonte de rejas, porque, dijeron, eran para su seguridad”. En esta Localidad hay entre 20 y 30 rejas y barandas en las calles. Agregó que en los conjuntos residenciales y condominios cerrados sí se permite, pero en las calles de accesos a vecindarios, no.

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