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El fraseo incomparable de Miltiño

En el baño de nuestra casa, en el barrio Las Nieves (sur oriente de Barranquilla), mi tío Enrique Pérez –que en paz descanse- solía cantar, mientras se duchaba, un antiguo bolero que forma parte imprescindible de la banda sonora de mi niñez: Amor de pobre.

Nada te prometo/ porque nada tengo/ quiero que conozcas/ toda la verdad/ yo nací de pobres/ así quiso el destino/ mas también los pobres/ tienen derecho de amar/ tienes que quererme/ sin mirar los trapos/ que cubren el cuerpo/ y la vanidad/ yo te entrego mi alma/ entera y desnuda/ y prometo amarte/ con sinceridad…

Mi hermano Ebaldo y mis primos Jimmy, Arturo, Albeiro y Guillo siempre esperábamos con entusiasmo a que el tío Enrique entrara al baño y nos deleitara con su dulce fonación. Era la única vez que cantaba. Y siempre nos alegraba la mañana con aquella pieza que después escucharíamos en la voz de Miltiño en la vieja radio Phillips de tubos y que aprendimos a querer desde entonces por su letra y, sobre todo, por la dicción diáfana del brasileño.

Amor de pobre, solamente puedo darte/ amor de pobre, con orgullo y humildad/ si te interesa esta propuesta de cariño/ decide ahora, porque ya no aguanto más/ amor de pobre no es mentira ni pecado/ es la más rica intención del corazón/ si te decides a quererme, te lo juro/ voy cuidarte/ con cariño y mucho amor…

Eran los postreros días de 1970 y fue por esa época cuando supe que el intérprete de ese sentido bolero era oriundo del país del Rey Pelé, cuyo fútbol preciosista nos había dejado embelesados a todos en el reciente Mundial de México.

Tienes que quererme/ sin mirar los trapos/ que cubren el cuerpo/ y la vanidad/ yo te entrego mi alma/ entera y desnuda/ y prometo amarte/ con sinceridad/ Amor de pobre, solamente puedo darte/ amor de pobre, con orgullo y humildad/ si te interesa esta propuesta de cariño/ decide ahora, porque ya no aguanto más/ amor de pobre no es mentira ni pecado/ es la más rica intención del corazón/ si te decides a quererme, te lo juro/ voy cuidarte/ con cariño y mucho amooooor…

Miltiño. Qué nombre tan simple, tan sonoro, tan pegajoso, imposible de olvidar, como casi imposible resultaba creer, en aquellos tiempos de ingenua infancia, que una persona mayor de edad de voz fuerte pudiera llamarse así, en diminutivo: Miltiño.

Gracias a los datos fragmentarios que años más tarde obtuve, me enteré que Amor de pobre lo había escrito Pepe Ávila, un compositor chileno que vivió en Brasil y que también era el autor de las bellas piezas El divorcio y El hombre y la mujer, también cantadas por Miltiño:

Si Dios unió/ el hombre y la mujer/ por qué razón/ se deben separar/ si Dios unió/ dos vidas con amor/ por qué razón/ después han de llorar/ si el corazón/ pudiera adivinar/ el futuro de los dos/ que se van a entregar/ no existiría el odio y la maldad/ nadie más sufriría/ la gente escogería/ el amor ideal/ el hombre y la mujer/ no deben olvidar/ el beso que dieron/ delante de Dios, en el altar/ el hombre y la mujer/ amigos deben ser/ para enfrentar la vida/ con orgullo y placer…

En la búsqueda de información sobre Miltiño encontré que su nombre de pila era Milton Santos de Almeida, que nació el último día de enero de 1928 en Niteroi, una ciudad de una gran cantidad de playas perteneciente al Estado de Río de Janeiro, ubicada frente a la capital, Río, al oriente.

Mi hermano, mis primos y yo escuchamos después dos interesantes versiones de Amor de pobre: una de la mexicana Imelda Miller y otra del ruiseñor ecuatoriano Julio Jaramillo, pero nuestros corazones ya habían sido colonizados por el fraseo incomparable de Miltiño.

FIGURA FAMILIAR

Algunos años después, en casa de mis amigos los Miranda, allá en el barrio Hipódromo de Soledad, conocí por fin a Miltiño en la fotografía que ilustraba el célebre long play en el que aparecía en primer plano: rostro varonil, bigote tupido y refilado, y la mirada caída, nostálgica, con saco y corbata color verdoso y un fino reloj en su muñeca izquierda, fumando un cigarrillo.


En el LP estaba Amor de pobre y 11 canciones más que también conquistarían nuestro gusto: Pecadora, Rocío, No existe un gran amor, Tu imagen, Cabellos blancos, En un rincón del alma, Vivir, Llanto colorido, Consejo,  La banda y El hombre y la mujer,  todos éxitos.
Desde entonces, cada vez que visitaba a los Miranda y me daban la oportunidad de poner los discos en su equipo de sonido, le tenía reservado su espacio al crooner brasileño.


Evoco a Miltiño, cantante que se quedó grabado para siempre en mi memoria con su tema ‘Amor de pobre’, al enterarme de su muerte, acaecida el pasado domingo 7 de septiembre, a los 86 años, víctima de un paro cardiaco en el hospital Do Amparo, en la zona portuaria de Río de Janeiro, en el que estaba internado desde hacía dos meses por problemas respiratorios.


Se dice que Miltiño o Miltinho, en portugués, dio sus pinitos en el canto desde temprana edad. La gente se extasiaba oyéndolo tocar pandereta mientras cantaba samba con su voz nasal.


En sus inicios en las grabaciones, por allá a mediados de 1943, Miltiño se destacó como cantante y percusionista. Con el correr de los años trabajaría en cuatro agrupaciones que cosecharon gran popularidad en el estado de Río de Janeiro: Cancioneiros do Luar, Namorados da Lua, Anjos do Inferno (con el que viajó a Estados Unidos y alternó con el afamado Bando da Lua, de la actriz y cantante de samba luso-brasileña Carmen Miranda) y Quatro Ases.
Entre 1950 y 1957 Miltiño realizó varias producciones discográficas con el acompañamiento de la Orquesta Tabajara, de Severino Araújo, y el grupo Millonarios do Ritmo, de Djalma Ferreira. Fueron canciones de gran arraigo regional, algunas de las cuales lograron penetrar en América hispana. Su repertorio estaba compuesto, en su totalidad, por piezas en portugués.

‘DOCTORES EN RITMO’

A finales de la década de los 50, el compositor Jair Amorín Pedrinha de Carvalho, a la sazón alto ejecutivo de la RCA Victor Brasil, lo exhortó a grabar boleros en español.
La iniciativa de Amorín tuvo una afortunada coincidencia: la llegada a Brasil, procedente de La Habana, del maestro dominicano nacionalizado venezolano Luis María Frómeta Pereira, Billo, el reputado director fundador de la Billo’s Caracas Boys, quien tenía bien referenciado a Miltiño. Billo estaba en un forzoso exilio musical debido a un veto que, según algunas versiones, le había impuesto la Asociación Musical de Venezuela por física xenofobia.


El arribo de Billo a Brasil era una oportunidad irrepetible y no podía desaprovecharse. Las cosas se dieron y Miltiño grabó con una orquesta dirigida por el maestro de origen quisqueyano un long play de relevante impacto para la posteridad: Billo-Miltiño, doctores en ritmo, publicado en 1959. El disco, ilustrado con una foto de los artistas, ataviados con toga y birrete, incluyó 12 cortes, 9 de ellos conformados por letras de dos canciones juntas como Al fin y al cabo qué-Si tú me dejas; La burrita de Petare-Guarachando; Ríete de todo-Despacio se va lejos; Juguete-Dónde; Lo que más me gusta-Son del Carnaval; Falda larga-Cuando yo te diga; Espera-El son se fue de Cuba; Los cadetes-Yo quiero un cadete y Cuando yo te quería-Necesito una mujer. Las restantes 3 canciones fueron Caracas vieja, Déjame estar triste y Cuando estemos viejos, el tremendo bolerazo que –según el maestro Marco T. Barros Ariza- Billo le compuso a su esposa Morela Peraza. Esa canción, Billo Frómeta la grabaría de nuevo dos años más tarde, pero con la voz del marabino Felipe Pirela.


Cuando pase el tiempo/ y te pongas vieja/ la mujer más linda/ tendrás tú que ser/ cuando pase el tiempo/ y mi voz se apague/ muy calladamente/ yo te cantaré/ cuando estemos viejos/ dulce novia mía/ tu cabeza blanca/ tendrá en cada cana/ una bendición.


Un año después de su experiencia con Billo, Miltiño tuvo una fugaz participación en la película brasileña O vendedor de linguica (Vendedor de salchichas), dirigida por Glauco Mirko Laurelli. Miltiño, con 32 años, sale en una escena cantando la romántica página Poema do Adeus, de Antonio Luiz.


A partir de 1960 Miltinho consolidó su carrera como solista y grabó una serie de canciones que le otorgarían respetabilidad internacional. Algunas de esas versiones suyas, como Palhaçada (cara de palhaco, pinta de palhaco, roupa de palhaco), de los brasileros Haroldo Barbosa y Luiz Reil sería traducida al español y grabada por el extraordinario Tito Rodríguez con el título de Cara de payaso (Cara de payaso, pinta de payaso, ropa de payaso). Así mismo aconteció con la versión que Miltinho presentó de sus paisanos Ary Macedo y Ayrton Amorín: Madalena (Chorar, como eu chorei/ ninguém pode chorar/ amar, como eu amei/ ninguém deve amar) y que sería grabada después por Bobby Capó y más tarde por Miguel Quintana con la Conspiración de Ernie Agosto: Magdalena (Llorar, como lloré/ nadie, debe llorar/ amar, como yo amé/ nadie, debe de amar/ Lloraba que daba pena, por amor a Magdalena…).


Otros temas que Miltinho interpretó con señalado éxito fueron Ideas equivocadas, de Ribamar y Dolores Durán; Obstinado, de Ari Monteiro y Luiz Bandeira, y Ri y Mulher de trinta, genuinos ‘batatazos’ de autoría de Antonio Luiz, publicados en el long play Um novo astro, con el Sexteto Sideral. Otras producciones que también trascendieron fueron Poema de olhar, de Evaldo Gouvier y Jair Amorín; Esto usó, de Raul Sampaio y Cheiro de saudade, de Djalma Ferreira y Antonio Luiz.

EN EL IDIOMA DE CERVANTES

Miltiño grabó de manera consecutiva diez discos de larga duración en español. La única condición que puso para producir los trabajos fue que él se encargaría de escoger cada una de las letras. Fue así como llegaron a nuestros oídos bellas piezas románticas y rítmicas que aún prevalecen en nuestros corazones: Quien quiero no me quiere, Dedo de guante, Abrázame, Distancia, Convengamos, Dulce veneno, Secreto, Esta noche, Boda gris, Veinte años, El malquerido (en el que por primera vez lo escuché acompañado de un coro en español) y a mi juicio la más sentida de todas: Recuerdos, de Raúl Sampaio, Benil Santos y Johnny Quiroz, grabada originalmente en portugués con el título de Lembrancas.

Al recordar/ aquel lugar por siempre amado/ siento el hechizo, de aquel paraíso/ que tuve a tu lado/ siento tu aliento/ siento tus besos/ y oigo tu voz/ pero al final, para mi mal/ veo un adiós…

Heriberto Fiorillo, el gestor de ese magnífico evento llamado Carnaval Internacional de las Artes, trató por todos los medios de traer al gran cantante brasileño para que compartiera con los residentes y visitantes de Barranquilla sus experiencias en la música. Indagó por él, lo buscó, pero no fue posible dar con su paradero.
“Por varias décadas, Miltiño arrulló y consoló con su voz, su sentimiento e incomparable dicción el corazón de los bailadores románticos del mundo –escribió Fiorillo en una nota que publicó en el diario El Tiempo-. Ahora no encontramos siquiera una justa biografía suya. O no la conocemos, por las barreras del idioma, por esa distancia que prevalece entre nuestros pueblos hermanos”.


Quizás esa sea la razón por la cual en su muy documentado y voluminoso libro Cien años de bolero, de 582 páginas, el investigador caldense Jaime Rico Salazar apenas le dedicó cinco palabras, acompañadas de la clásica fotografía en la que aparece fumando un cigarrillo, sin mencionarlo siquiera en el índice de la obra.


La carrera discográfica de Miltiño es extensa. De sus producciones en portugués sobresalen los trabajos con Elza Soarez, la excónyuge del inigualable futbolista Manoel Dos Santos, Garrincha, y sus cuatro LPS con Doris Monteiro, entre muchísimos otros que grabó como solista..


En 1998, con ocasión de sus 55 años de trayectoria artística, Miltiño grabó para el sello Globo Columbia Sony el CD conmemorativo Miltinho convida, en el que realizó dúos con reconocidos artistas de la música popular brasileña de la talla de Chico Buarque, Fafa de Belen, Nana Caymmy, Doris Monteiro, Elza Soares, Martinho da Vila, Joao Bosco, Emilio Santiago, João Nogueira, Tito Madi, y los integrantes del cuarteto MPB 4: Magro, Ruy, Aquiles y Milton Nascimento.


Dice Fiorillo, confeso melómano, que en su lista de cinco grandes boleristas de América está Miltinho. Y si estrecha la lista a tres, también figura el brasileño. Para Fiori, el selecto trío lo completan Benny Moré y Tito Rodríguez. En lo que respecta a una lista similar solo coincido con Fiori en la escogencia de Miltinho. Mis otros cantantes favoritos, en boleros, son Daniel Santos, especialmente acompañado por el Cuarteto de Pedro Flores, y Roberto Ledesma. Claro, como Fiori lo advierte, es una elección personal.


Escojo a Miltinho por cuatro razones fundamentales: su voz, su estilo, su señorío y, sobre todo, por el recuerdo inolvidable que sembró en mi corazón desde mi más tierna infancia.


Al momento de terminar esta nota, me recreo con los videos montados en Youtube, en los que se le aprecia ya vencido por los años, canoso, pero con el timbre de su voz intacta, igual que cuando lo escuché por primera vez en la vieja radio de tubos en mi casa del barrio Las Nieves.

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