La mujer perfecta
“Entre gustos no hay disgustos”, dice el viejo y conocido refrán. En cuanto a mujeres se refiere, hay hombres que prefieren un rostro lindo en vez de un cuerpo escultural, otros quieren un cuerpazo y una cara no tan bonita, algunos más exigentes desean el paquete completo cara/culo/tetas/piernas y, por supuesto, está el grupo al que le importa un carajo si son bonitas o si tienen buen cuerpo (de hecho, prefieren lo contrario porque asumen que la conquista requerirá menos esfuerzo y un beneficio más rápido). Debido a esto, intentar generalizar a la mujer perfecta en términos físicos no es tan relevante para el ejercicio que quiero hacer hoy (aunque, obviamente, todos deseamos estar con una que lo tenga todo).
Hablemos de la personalidad y de cualidades de comportamiento que, en términos generales, todos los hombres desearíamos que nuestra novia/esposa tuviera. Para efectos prácticos, digamos que cada hombre que lea esto está de acuerdo con todos los ítems que aquí expongo. Luego haga el ejercicio y otorgue un (1) punto por cada uno si su novia/esposa lo cumple. Si la suma total le da 0, creo que no hay nada que decir: empiece a buscar hojas de vida porque no va para ningún lado con esa mujer (a menos que al único sitio al que quiera ir sea a su cama, la de ella o la suya, o a la de un motel). Si le da entre 1 y 4, su relación debe estar llena de altibajos (más bajos que altos) y muchas veces habrá pensado en terminarla pero no ha sido capaz (en el fondo, usted no es feliz aún cuando la pase bien). Si le da entre 5 y 7, seguramente usted tiene una relación tranquila y normal. Si le da mayor o igual a 8, usted está al lado de una mujer perfecta, así que lea atentamente lo siguiente: NO la cague, trátela bien, quiérala, cuídela, respétela, ámela, entreténgala, “sáquela, llévala al cine”, por ningún motivo (mucho menos por alguna aventurilla) la vaya a dejar ir. No sabe usted el tesoro que tiene, no la deje ir porque después se va a arrepentir.
Unas observaciones:
1) este test no aplica para la amante/moza/querida porque, según lo que me han contado mis amigos que las han tenido, esa persona no es alguien con la que se quiera compartir más allá del sexo y 2) tenga en cuenta que estos puntos que expongo son muy personales y con seguridad otros hombres buscarán cosas diferentes en las mujeres, 3) espero no se ofendan algunas mujeres por el hecho de que me haya tomado el atrevimiento de hacer un cuestionario para evaluarlas porque en las revistas para mujeres abundan artículos similares donde nos dan palo a los hombres (tengo dos hermanas con las que viví durante 17 años, así que sé de lo que hablo). Bueno, no más cháchara. Empecemos:
Queremos una mujer que esté dispuesta a explorar su sexualidad. Que no le dé pena experimentar en la cama (o en el sofá o en la cocina o en un baño público o en un ascensor o en la playa o donde que sea que nos entren las ganas a ambos); como dice mi compadre Iván Villazón “cuando quieras, quiero… donde quieras, quiero”. Que no nos venga con cuentos de que les duele la cabeza (en Discovery Channel vi que el sexo genera algún químico que alivia el dolor de cabeza, así que mejor cambie el Advil por un polvito doggy style, por ejemplo). Queremos una mujer que, además, tome la iniciativa en esta área, que no tenga que esperar que seamos nosotros los que propongamos (sí, de acuerdo, los hombres siempre vamos a estar dispuestos pero también nos gusta que ellas demuestren que nos desean del mismo modo que nosotros a ellas).
Preguntas para hombres: ¿Le gusta bastante el trago? ¿No puede vivir sin salir de parranda cada fin de semana? ¿Su pareja lo conoció así? Si respondió afirmativamente a las preguntas anteriores, entonces mándele a decir, de parte mía, que no joda ahora, que no pretenda cambiarlo. Como nos conocieron, es como hemos venido siendo toda la vida y, entre más viejos nos pongamos, más mañas y chocheras vamos a tener. No se metan con un man cuya tasa de virtudes/defectos no la satisfaga sólo porque cree, en su mente, que va a lograr cambiarlo y mejorarlo. Vea los Simpsons, Marge lo ha intentado y no lo ha logrado: usted va a fracasar igual y miserablemente porque los hombres NO cambiamos (por lo menos no para bien).
Revise la cintura de su mujer y la suya a ver si ella tiene una cicatriz en el lado izquierdo y usted una en el derecho (o al revés). ¿Las encontró? ¿Cierto que no? Entonces dígale con plena libertad a su pareja: “Si ves, amor, ni fuimos ni somos siameses” (mentiras, mejor no digan eso: alguna vez yo lo dije y después siempre me lo sacaban en cara). Las parejas sanas requieren compartir momentos pero cada individuo (tanto ellas como nosotros) que la conforma sigue siendo un ente propio que requiere su propio espacio. Cuando estamos involucrados con una mujer, obviamente vamos a querer estar con ella, compartir momentos mágicos agarrados de la mano bajo un cielo soleado mientras la brisa nos golpea suavemente en la cara y los pájaros trinan de alegría a nuestro alrededor al sentir el amor que emana de nuestros cuerpos. Pero también queremos estar solos o con nuestros amigos, darnos un respiro de ese amor, distraernos con banalidades: ver TV, ver porno, jugar Xbox, ver una película donde sólo hay sexo y tiros, ver fútbol o voleibol playa femenino, pasar todo un domingo sin bañarnos revolcándonos en nuestra propia suciedad o, simplemente, hacer nada (pero hacerlo solo). Y, si estamos tomando con nuestros amigos, tengan en cuenta las sabias palabras del poeta Péter Manjarrés: “el hombre, cuando está bebiendo, ¡está ocupao!”.
Muy relacionado con el punto anterior, los hombres preferimos a las mujeres independientes. No nos interesa una mujer que necesite que estar con nosotros 7x24, que no puede mantener su vida propia porque nos quiere y nos NECESITA involucrar en todos los aspectos de la misma, que ve como su mundo se desmorona si no estamos ahí (y pretenden que a nosotros nos pase igual). [NOTA. Recuerden, señores, que a ellas tampoco les gusta un man extremadamente pegachento.
Los hombres somos seres simples. Y una de las formas en las que eso se ve reflejado es que cuando decimos “ABC” quisimos decir “ABC”. Mujeres, no busquen comas, tildes, puntos suspensivos, arrobas entre ese “ABC”. Queremos una mujer que no ande buscándonos la caída en lo que decimos o no decimos, en lo que hacemos o no hacemos, en cómo hacemos las cosas o en cómo no las hacemos, en cómo miramos o cómo no miramos. Para nosotros no es fácil asimilar o entender la frase “No es tanto lo que dijiste sino CÓMO lo dijiste”.
6. Una relación de pareja seria no puede ser solamente buen sexo, rumbas, paseos y diversión. También necesitamos una mujer con la que podamos hablar de temas interesantes, controvertir, debatir. No pretendemos que piensen igual que nosotros o que estemos de acuerdo en todo (aunque conozco un amigo que, con toda seguridad, se separó de su esposa porque siempre cree tener la razón, así la evidencia le demuestre lo contrario), pero sí nos gusta sentarnos con nuestra pareja y poder hablar de temas interesantes y que ella demuestre tener posiciones e ideas con convicción. Queremos mujeres inteligentes, que tengan su propio criterio. Las mujeres huecas de las que salen con frases como “la ciclovía [en Bogotá] sólo es chévere por la 7ª desde la calle 100 hacia el norte porque ya se empieza a ver gente bien” o “Niños, si van a salir, salgan con plata. Si no, no salgan” son con las que vamos a compartir sólo ratos de cariñitos.
7. Nosotros no somos nuestros amigos. No nos juzguen por las acciones o por la forma de ser de quienes nos rodean. Si yo, por ejemplo, salgo con mi grupito de amigos cercano, no quiere decir que termine la noche igual que ellos: con una vieja en cada brazo y borracho hasta decir no más (situación TOTALMENTE hipotética, ellos NO son así). Queremos una mujer que no nos recrimine por las cosas que hacen nuestros amigos, que no nos diga cosas como “O te consigues nuevos amigos o no sé qué vamos a hacer. ¡Estoy aburrida de tu salidera con Efraín y ese Alfredo!”.
9. Si el hombre está decidido a que no quiere tener hijos nunca y con nadie pero su novia sí desea tener una cría a más tardar en dos años, esa relación NO va para ningún lado. Claro que si ambos están de acuerdo con dicha situación, entonces es porque son conscientes de que sólo se están dedicando a pasarla bien a sabiendas de que algún momento todo acabará. Si, en cambio, ambos quieren tener hijos algún día, ambos están en el lugar correcto y, si se juegan las cartas adecuadamente, puede contar con un futuro más prometedor.
10. El pasado es pasado. Necesitamos una mujer que se olvide de lo que fuimos e hicimos antes de conocerlas: que cansón que de la nada empiecen a comparar cómo somos con ellas a cómo fuimos con alguna ex (claro que esto suele ocurrir porque nosotros la cagamos y nos ponemos a hablar de más de cosas de nuestro pasado). Y aquí también incluyo el pasado inmediato de la relación: ¿será que algún día se les quita la costumbre de pelearnos por cosas por las cuales ya habíamos peleados? Les aclaro algo, mujeres, el recuerdo de una pelea con la novia (y sus detalles) dura en nuestra memoria unas 72 horas, así que si nos pelean por cosas que sucedieron en los últimos tres meses, estarán perdiendo el tiempo.
Todas las mujeres joden, es cierto. Como le digo a mi hermanita que me llama a cada rato porque, asumo yo, no tiene nada mejor que hacer con su vida: el problema real no es que jodan sino la frecuencia con la que lo hacen, las razones que las llevan a joder y lo complicado que es contentarlas cuando lo hacen. Queremos una mujer que joda cuando valga la pena, cuando existan motivos de peso (que nos pillen en una situación comprometedora, por ejemplo). Queremos una mujer que cuando se ponga brava sea capaz de entender razones, que se deje consentir y contentar para dejar atrás el problema y poder seguir viviendo una vida tranquila. No hay nada más sabroso que el sexo de reconciliación, así que déjense. OJO: no estoy diciendo con esto que nos interese simplemente darles contentillo y seguir como si no pasara nada, pero no pueden pretender que cada vez que se pongan bravas tengamos que esperar hasta un día mientras a ustedes se les pasa la rabia.
Pero a pesar de todo lo anterior, la verdad es, mujeres, que las queremos a todas, con sus defectos y virtudes y, sin importar qué tan cercana estén a estas diez características; en el fondo, lo que queremos es lo mismo que ellas: alguien que nos haga feliz a su manera y por cómo es. Es por eso que, en nombre de todos los hombres, les agradecemos por querernos y por aguantarnos; y es que mientras la queja más común de mis amigos es “por qué joden tanto las mujeres” yo creo que son ellas las que llevan una carga mucho más pesada porque aguantarse el descomplique extremo, el desprendimiento innato, la falta de tacto y compromiso del género masculino requiere una fortaleza y personalidad sin igual (de esto hablaré la próxima semana). La gran ventaja que la mayoría de ellas tienen sobre nosotros es que son capaces de vivir sin necesidad de tener a un hombre mientras que nosotros nos sumimos en un vacío sin fondo cuando no las tenemos al lado.