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Tiki - Taka: ¿El Principio del Fin?
Apareció como una lluvia revitalizante en medio del más árido panorama futbolístico. Justo cuando pensábamos que la especulación, la renuncia a la posesión de pelota y el 4-4-1-1 serían la norma para muchos años por venir, presenciamos el ascenso del Tiki-Taka. Josep Guardiola, entonces recién ascendido del Barcelona B al primer equipo, apostó hace seis años por llevar una bandera distinta. Tomando como raíces los equipos holandeses y su "fútbol total" de los años setenta e imprimiéndole el sello de la escuela catalana que él mismo ayudo a forjar, desarrolló un modelo que lo convirtió en una auténtica leyenda.
La posesión de pelota hasta del 70%, las asistencias rápidas, paredes en velocidad y rotación de posiciones parecían destrozar defensas con una facilidad insultante, al tiempo que los Xavi, Iniesta y compañía se consolidaron como estrellas de primerísimo nivel. Sin embargo, en medio de todos habitaba un gran talento, tal vez el más grande de todos: Lionel Messi. Su técnica, velocidad, visión y definición hicieron de él una fuente aparentemente inagotable de fantasía. De la mano de estos hombres, el FC Barcelona logró conjurar en incontables ocasiones el difícil oficio de ganar, golear y gustar. Consiguió en cinco años cuatro Ligas, dos Copas del Rey y dos Champions League, consolidándose como el gran equipo del Siglo XXI.
Usando este modelo, Vicente del Bosque aprovechó la avalancha de talento del que disponía para convertir a España en campeona mundial, un título que siempre estuvo lejos de disputar con chances reales. Al redondear la faena con un nuevo título europeo, sumado al conseguido por Luis Aragonés cuatro años antes, el Tiki-Taka parecía casi infalible. Sin embargo, en el fútbol como en la vida, nada lo es. El reciente revés sufrido por el Barcelona, hoy dirigido por un Gerardo Martino que ha seguido la línea de sus predecesores, ha activado alertas que evidencian grietas en el edificio.
No entraremos en detalles de un juego en que el Atlético de Madrid fue justo vencedor, maniatando a los azulgranas y contragolpeándolos con criterio, por un marcador que debió ser más abultado. La idea es buscar realidades de fondo. La verdad sea dicha, el Barça fue eliminado nuevamente de la Champions League por un equipo menos talentoso, pero más ordenado, decidido y compacto. La escuadra de Diego Simeone redujo al cuadro catalán a una caricatura de sí mismo, donde la posesión nunca se tradujo en contundencia y la garra llegó por el lado de los colchoneros. Me incluyo entre los maravillados por la fantasía culé de los útlimos años, mas hay dudas que me asaltan; en especial dos.
La primera es la desaparición del "9". En los principios del Tiki- Taka barcelonista, Samuel Eto'o llenó ese puesto a la perfección: rápido, contundente, con presencia física y, por si fuera poco, era el primer defensa del equipo. En busca de una mayor armonía y de proveer a Messi con el mayor número de oportunidades de gol posibles, esta posición desapareció para hacerle lugar al "falso 9", el rol del argentino en las más recientes temporadas. La fantasía aumentó y los registros goleadores de Messi llegaron a la estratosfera, pero los títulos a nivel europeo se tornaron esquivos. En la selección española, por su parte, desapareció por la lesión que apartó a David Villa de la Euro 2012. Hoy buscan retomar ese rol con un Diego Costa que brilla en el Atleti pero no engrana en La Roja.
Luego está la ausencia de jugadores aptos para el choque y el juego aéreo: No siempre es posible entrar tocando o con balón dominado. No todos los tiros libres son de frente al arco, donde Messi es un especialista. Los azulgranas evidenciaron la falta de poderío aéreo ante un Atlético que casi siempre lo venció en el segundo piso, tanto en defensa como en ataque. Sólo en una ocasión Busquets logró conectar y por poco logra el empate. La complexión física de los barcelonistas los privó de un recurso que era una gran alternativa en un juego enredado. La selección, sin embargo, parece tener ese apartado un poco más cubierto con Ramos y el propio Busquets.
En fin, la fe ciega en un sistema vistoso y por lo general efectivo, apoyado por individualidades brillantes, dejaron de nuevo al Barcelona sin un Plan B cuando las cosas se tornaron feas. Es tarea de Vicente del Bosque el tomar atenta nota de estas falencias, sobre todo con un grupo mundialista donde se medirá a la verticalidad chilena, la categoría holandesa y el físico australiano. El éxito o fracaso de España señalará si estamos o no al frente del principio del fin para el Tiki-Taka.
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