Mente sana en cuerpo sano…y en Instagram
Son tiempos de compartir compulsivamente nuestras emociones y de consolidar una sociedad de amor digital.
Últimamente creo que las personas profesan más amor por otras en las redes sociales de lo que lo hacen en la vida real. Lo digo por experiencia y observación. Y lo digo porque el amor demanda presencia y contacto. Es algo serio.
Eso, estoy especulando, podría estar nutriendo nuestra recién creada necesidad de compartir repetitivamente con el mundo digital nuestros estados de ánimo, al mismo tiempo que imágenes del propio rostro-selfies- . O cualquier cosa que se nos ocurra.
Igual, observamos continuamente pequeños y editados retazos de las vidas de los otros. Donde hicieron ejercicio, lo que desayunaron, la música que escuchan (¡en ese preciso momento!), lo que les molesta o les gusta. También tenemos la opción de que “nos guste” lo que a ellos “les gusta”.
Las redes sociales siempre me han recordado a Claude, el protagonista de una película francesa que se llama En la casa*. Claude es un mirón, un adolescente voyerista y escritor que observa-valga la redundancia- permanentemente a Raphael, uno de sus compañeros de clase, desde una banca en frente de la casa de este. No solo a él, sino a su familia.
La diferencia entre muchos de nosotros y Claude es que él entra en la casa y se convierte-motivado por muchos intereses- en amigo de Raphael en la vida real. O bueno, en la vida real de la película, pero ese es otro asunto.
Dudo mucho que ustedes vayan a comenzar una relación cercana con las quinientas personas que tienen de contacto en Facebook o Instagram. Lo bueno es que esto no le pasa a todo el mundo, por supuesto. Hay personas absolutamente desconectadas de este universo. No obstante, si es un problema para muchas otras.
No es raro encontrar decenas de artículos en esas mismas redes sobre los efectos de la adicción a estas sobre la salud mental. Que causan depresión, ansiedad y ensimismamiento. Muchas veces las publicaciones no son muy serias, pero sí son un síntoma de que algo está pasando con este extraño mundo normal.
Por eso tampoco es raro que Facebook haya manipulado- en secreto- su contenido para monitorear y alterar los estados anímicos de sus usuarios en 2012. O que la gente se mate por comentarios que leen en la red o peor aún que lo publiquen cuando lo van a hacer.
Y un video que no podría ilustrarlo mejor:
*La película En la casa es una adaptación al cine del guión para teatro El chico de la última fila, de Juan Mayorga.
@sofiepolo